Los demógrafos dibujan en el mapa una España sin futuro, un extenso territorio del interior repartido en 22 provincias como si fuera una gran mancha oscura donde el 30% de los habitantes supera los 65 años. Es una España terminal: cuando el demógrafo Francisco Zamora calculó en 2005 cuáles debían ser las condiciones para que España tuviera en 2050 la misma estructura de población que en 2001, la mejor de las soluciones era que cada mujer alumbrara 7,5 hijos. “No hay nada que hacer”, dice ahora, casi 10 años después de aquel estudio, “salvo que haya migraciones selectivas”.
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